R E C O N C I L I A C I Ó N
* ES NECESARIO PERDONAR PARA RECIBIR EL PERDÓN DE DIOS. No porque sea un intercambio comercial, sino porque es básicamente nuestra apertura a su acción. Se podría decir que cuando damos, recibimos; esto porque al dar "algo divino" abrimos paso al flujo de la vida y ese flujo, al compartirse, primero está fluyendo en nosotros. (Para facilitar la comprensión: "algo divino" es algo muy cercano a lo "plenamente humano" )
* LA CORRECCIÓN FRATERNA ES PARTE DEL PERDÓN. Como el Dios de Jesús es comunitario, vive en comunidad, es trinidad de amor en donde tanto el Padre como el Hijo se anonadan por/con/en amor al otro. Y como esto se refleja en la actitud cristiana de la superación de nuestra postura egoísta, avanzando a una postura comunitaria, favorecida por la promoción del bien común y no-sólo (caso ordinario) o no-necesariamente (caso extraordinario) el personal. Entonces es oportuno ver que el participar en la renovación y restablecimiento de alguien que haya causado daño es un don/tarea de un cristiano; esto conlleva la reparación de los daños, en la medida de lo posible y lo razonable, con el principal objetivo de la renovación verdadera de la persona y no dejar las escenas en palabras y sentimientos latentes, sin obras que los vuelvan patentes. Es un deber de justicia el promover la reparación y el tener obras de enmienda para que haya reconciliación real y no sólo imaginaria. Es una irresponsabilidad el promover el esquema de "pedir perdón sólo de palabra", de hacer como que no hay algo qué reparar, pues lleva a la vacuidad la verdadera reconciliación, si es que la reparación es posible. La reparación toma principal valor por el agresor, no tanto por el agredido; el agredido ha tenido una gran oportunidad de superación de su ego, lo que le lleva a salir de posibles enajenamientos en la vida para sentir el valor de lo importante en la vida. (La adversidad si se aprovecha es muy útil aunque nunca se deba procurar ni recomendar) (Puede sonar raro pero me parece que alguien que se porta mal brinda una gran oportunidad de crecimiento a quien se porta bien, un fruto que no es posible con sólo portarse bien; algo así como que sólo por la adversidad se mejora o que es muy difícil una superación sin adversidad; aunque es importante que tengamos en cuenta como Kant que "no nos estemos muriendo de mejoría" pues el objetivo es estar bien, no necesariamente mejor ) En el tema de la corrección fraterna se explicita que si el injusto agresor, una vez interpelado en privado o en comunidad para su corrección, continúa sin muestras de enmienda, entonces es oportuno alejarse de él. Acaso porque en la soledad somos impactados por la verdad de que hemos nacido para vivir en comunidad y una comunidad que no-evite el verdadero bien de todos y cada uno de sus miembros, a excepción de la apariencia de comunidad que da la coalición de deseos egoístas. (Aunque en esta vida nos movamos en un intermedio de sólo apariencia y de esencia con apariencia) (Es esta nuestra oportunidad de participar en la salvación).
* EL PERDÓN ES RECONCILIACIÓN. El perdón conlleva la apertura de nuestro ser a restablecer los vínculos humanos, en salud y prudencia, por el bien común y personal. Prácticamente, el pecado es manifestado por las consecuencias de una ruptura de relación. Aunque es oportuno recordar que un cristiano no actúa como siervo bajo la ley sino como persona libre bajo la gracia. Ante ello, san Agustín indica que no está bien lo que hacemos, si no lo hacemos libremente, aunque lo que hagamos sea bueno. El encuentro entre humanos debe ser liberador o un encuentro de libertades, sin excluir la tolerancia necesaria para nuestro restablecimiento (una tolerancia que no degenere en complicidad). No es posible "hacer fiesta" si antes tenemos alguna deuda con alguien; sobre esto, san Pablo nos recomienda que la única deuda que haya entre nosotros sea la de la caridad, esto indica que no haya deuda verdadera sino sólo las ganas de corresponder las acciones vivificantes recibidas de los demás.
Se ha dicho que la palabra "Perdón" habla de "donarse uno mismo a los demás", esto es lo visto en el enriquecimiento del juicio del ego por el de la consideración de los otros egos, evitando la hinchazón del egoísmo que descarta a los demás, y permitiendo incluso, la supresión no sólo del egoísmo sino del ego mismo, en pro del bien común. Así pues, podemos ver en ella la libre participación activa de uno en tener encuentros vivificantes con los demás. Y así como un médico prudente busca la salud del enfermo sin perder la suya, es oportuno que por salud mental antepongamos los intereses comunitarios a los personales, que busquemos lo provechoso de la experiencia (tal vez para un posible desapego de lo secundario y reencuentro con lo primario de la vida), que actuemos por la visión misericordiosa vuelta al injusto agresor y no el afán de equidad ante la agresión recibida; y por salud espiritual el superar pronto la ira o que el enojo no degenere en ella, para que el la molestia se vuelva trabajo por el bien común, el superar pronto la depresión o que la tristeza no degenere en ella, sino que se consolide la virtud del desapego (voto de pobreza evangélica) a las cosas, a las personas y al ego mismo; para que la alegría llegue a ser gozo compartido por un logro comunitario y no una solitaria complacencia por la no-injusticia.
Por otro lado, la misericordia de Dios no tiene medida. En especial, no es medida por el pecado, esto es que el pecado no la provoca y no la puede obstaculizar. Es una gran noticia el saber que la esperanza cristiana involucra la redención de toda la humanidad y que el obrar cristiano hace tangible lo que se espera, que para el cristiano no hay perdición absoluta, no existe lo pésimo (sí peor, malo, bueno, mejor y óptimo) (Aun cuando parezca que la renovación de "lo peor" es lo mejor y que la corrupción de lo mejor es "lo peor", acaso porque lo malo sólo es la aplicación inadecuada de una habilidad o es el fruto de una confusión; lo que se nos ha revelado es que donde abundó el pecado sobreabunda la gracia, que una vez perdonados se nos invita/ordena el no pecar más (pues es error probable, Lutero lo cometió, el creer que sólo pecando recibimos la gracia; recordemos que la gracia nos es medida por el pecado y que siempre recibimos la suficiente para volver provechoso lo que nos suceda, para superarnos venciendo toda tentación que se presente) ). El pecado nos lleva a la muerte y Dios no quiere la muerte del pecador sino que cambie de conducta y viva; la vida del humano es la principal gloria de Dios y al ser comunitaria e incluyente la acción de Dios, no estamos exentos de participar en gratitud y gratuidad a su favor: Dios nos está salvando y no sólo permitimos su acción en nosotros, sino que la compartimos y extendemos. Así nuestro gozo será completo, como san Juan lo afirma.
En términos de adversidad y prosperidad, recordemos que ambas son parte de la vida, que la vida se robustece en la adversidad y se ablanda en la prosperidad. Me parece que lo bueno es que no falta la adversidad, medida por nuestra capacidad de recuperación o fortalecimiento, y que no falte la prosperidad, medida por el adecuado tiempo para el restablecimiento y la fiesta para todos: fuertes y débiles. Alguien fuerte puede estar en fiesta toda la vida, cual niño que juguetea aprovechando lo que la vida le da y participando en el provecho responsable de los demás cual adulto; pues es en la supercaión donde saboreamos el movimiento de la vida. Así, me parece que lo malo es que sobre adversidad (pues acaba) o sobre prosperidad (pues enajena); así como también me parece que lo malo incluye a lo no-bueno: esto es que falte adversidad (pues debilita) o falte prosperidad (pues desalienta).
Por otro lado, amig@s: veamos que una de las
mejores inversiones de nuestra juventud
(capacidad de recuperación de la salud)
es el fortalecernos con la adversidad
(sanamente no-evitada, aunque
tal vez no-procurada).
