La Dicha Celestial en la Tierra
  Religión
 

R  E  L  I  G  I  Ó  N

RELIGACIÓN CON LA VIDA, 
POR EL AMOR, EN LA VERDAD.

Pablo a los Romanos 12, 1-2:

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, 
a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, 
agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.


Y no os ajustéis a este mundo, 
sino transformaos por la renovación de la mente,  
para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, 
lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.


 
La fe, cuando es auténtica, nos encamina y pone en estilo de vida en donde ningún miedo cabe, en donde se encuentra la visión de la renovación de la historia como historia de salvación por Dios. Desde ahí es posible reconocer el buen fruto de cuanto acontece, el aprovechamiento de todo para la madurez y plenitud humana, ¡maravilla de maravillas! desde ahí se puede decir junto con aquel Cristiano que dijo "sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman"(1) y en otro lugar expresa con júbilo: "he aprendido a contentarme con lo que tengo. Estoy avezado a todo y en todo: a la saciedad y al hambre; a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo con Aquel que me da fuerzas"(2). Otro augusto cristiano ha compartido que "la verdadera virtud consiste en hacer buen uso de los bienes y de los males y en referirlo todo al fin último, que nos pondrá en posesión de una paz perfecta e incomparable"(3). Un gran místico, contemporáneo nuestro, indica que "la felicidad y la desdicha dependen de cómo afrontamos los acontecimientos, no de la naturaleza de los acontecimientos en sí"(4) y, aprovecho sus palabras para concluir, "la búsqueda espiritual es un viaje en el que no hay distancias; de donde estás en este momento, vas a donde has estado siempre. Pasas de la ignorancia al reconocimiento, porque lo único que haces es ver, por primera vez, lo que siempre has estado mirando"(4).
 

(1) Romanos 8,28
(2) Filipenses 4,11ss
(3) San Agustín: La ciudad de Dios, libro 19, capítulo 10.
(4) Anthony de Mello: La oración de la Rana 2, sección de iluminación.





 
La palabra latina religare hace referencia a ligar, atar, asumir un compromiso. La religación con Dios --a quien la vida, la verdad y el amor, para el cristiano, le revelan-- no puede ser otra cosa que la religación con la vida, por la acción del amor liberado por la experiencia de la verdad. El que ama vive, acaso porque sólo la vida es lo único amable en absoluto.

Se dice que la relación con Dios es personal, que persona es aquello que suena, que llama, de quien surge una vocación. La vocación humana es a vivir; la belleza de la manifestación humana es el amor; la bondad de la intención humana es la verdad. El ser humano es capaz de amar y ser amado, es capaz de buscar la verdad y ser encontrado por ella, es capaz de elegir o dejarse llevar por la vida. Así es fácil comprender que el ser humano tiene una invitación constante a la vida, a participar del compartir vida. El aislamiento, la reflexión, la contemplación no activa son subsidios para el proceso de madurez, para el proceso de plenitud humana; subsidios cuyo abuso enajena al ser humano, aleja de la vida al ser humano, le hace experimentar la muerte que se nos describe en la parábola del hijo pródigo o de Lázaro: el dolor interior y el malestar propagado al exterior son síntomas del estado de no-vida durante el proceso de no muerte de este peregrinar; sin embargo, al entrar en uno mismo (hijo pródigo) o al ser llamados por la Vida a vivir (Lázaro), libremente nos dejamos conducir por la verdad y la vida.

El milagro de Jesús tiene el acento en la reincersión a la vida en comunidad, la reconciliación verdadera con la vida, fruto de la experiencia de nuestra verdadera identidad... identidad manifestada por el amor. La reconciliación completa de la humanidad en la paz que sólo la misericordia da, es el noble fruto del cumplimiento de nuestro deber, no como siervos bajo la ley sino como personas libres bajo la gracia. Y es que Dios no quiere la muerte del pecador sino que cambie de conducta y viva. Defectos o virtudes me parece que son habilidades realizadas o adecuadamente o fuera de su tiempo-espacio-intensidad adecuadas, tarde o temprano no podemos no ser invitados a manifestarnos provechosamente según el sentir común; invitación que se puede escuchar desde la humildad, andando en verdad, volviendo a la vida, renovando con amor. Entonces la parálisis de nuestros miembros o el esfuerzo egoísta deja paso al flujo de nuestro ser y haber en la vida de la comunidad humana. Entonces la ceguera de nuestros ojos o el no ver con claridad la verdadera y valiosa dignidad de nuestros semejantes deja paso al trato prudente y digno con nuestros hermanos. Entonces la muerte de la enajenación es vencida por la claridad del día. Entonces el libre y gracioso compartir misericordioso es coronado con la satisfacción de la necesidad y la holgura de los recursos.

El milagro de Jesús es propiciado por el contacto con nuestra verdadera identidad: somos humanos y nada de lo humano nos es ajeno, somos dignos de amar y dignos de ser amados, somos dignos de respetar y ser respetados, somos dignos de desarrollarnos en un ambiente provechoso y capaces de volver provechoso cuanto acontezca. Somos fruto del amor, somos reveladores de la ciudad celeste, somos constructores de su manifestación terrena. Somos coherederos del Reino eterno. Somos hijos muy amados de Dios llamados a honrar su presencia con nuestra vida. Somos los convocados a renovar, restaurar, reconciliar y lograr la armonía de cuanto existe bajo el sol. Somos templo del Espíritu. Somos integrantes del cuerpo de Cristo. Somos habitantes de la Ciudad de Dios. Somos capaces de dar culto hermoso al Dios de la Vida cuando decidimos conducirnos con amor a la vida, en creatividad y entreveramiento lúdico con nuestras circunstancias, impulsando la inclusión prudentemente realizada con nuestros semejantes. Así, somos capaces de dar testimonio del Dios de vivos.


Amig@, que nos esforcemos más por la vida que por la no-muerte;
que nos esforcemos más por la paz que por la no-guerra;
que nos esforcemos más por la sabiduría que por la no-ignorancia y no-acción;
que el afán de perfección no nos aleje de la Vida; 
que amemos más la vida que una idea.




En lo necesario: unidad.
En lo dudoso: libertad.
En todo: caridad.




Vivir es la virtud continua, 
la única a conquistar en vez de perseguir otras miles; 
la única de la cual, por añadidura, las demás se manifiestan.

Saboreamos la vida cuando experimentamos superación;
nos superamos cuando creemos que podemos hacerlo y 
esperamos de tal manera que el querer se vuelve poder.
L
a vida conlleva renovación, cambio, movimiento,
adaptación, enriquecimiento, organización,
inclusión, creatividad... arte, estética,
entreveramiento lúdico cuya visión
mística ve maravillas en lo ordinario
y se hacen maravillas con lo ordinario
y extraordinario.


Confrontando a San Agustín: 
Ama y haz lo que quieras, que de esa raiz sólo brota el bien.
Haz lo que puedas y si crees que ya no puedes, pídele a Dios para que puedas.
La libertad no es propiamente hacer lo que uno quiera sino en cumplir con el deber porque uno quiere.
No está bien lo que haces si no lo haces libremente, aunque lo que hagas sea bueno.
Aunque nos baste el testimonio de nuestra conciencia es, por caridad fraterna, oportuno que nuestra fama corresponda al testimonio de nuestra conciencia.
Para madurar alguien nos tuvo que haber tolerado, es pues un deber 
y una cooperación vital el tolerar para el desarrollo de nuestros semejantes.


"He aquí la bienaventuranza final, he aquí la perfección suprema que no se extinguirá jamás. Aquí abajo nos llamamos, en realidad, felices cuando disfrutamos de paz, esa paz recortada que es posible encontrar en una vida honrada. Pero si comparamos tal felicidad con la bienaventuranza que llamamos final, se queda en una mera desventura. Cuando nosotros, hombres mortales, disfrutamos de esa paz que es posible encontrar aquí, si nuestra vida es ordenada, la virtud se sirve rectamente de sus bienes. Y cuando esta paz nos falta, también la virtud sabe usar para bien incluso los males que el hombre arrastra. Pero solamente existe verdadera virtud cuando, junto con todos los bienes de que ella hace recto uso y los actos realizados en el recto uso de bienes y males, sabe referirse a sí misma hacia aquel fin donde disfrutaremos de una tal paz, que mejor y más profunda no será posible." (Agustín, La ciudad de Dios, XIX, 10)

 

¿Acaso no sucede que ...

Dios, lejos de premiar o castigar aporta lo suficiente para que el ser humano pueda aprovechar cuanto acontece, además de saborear lo provechoso de lo acontecido al hacer una revisión vital de la historia. Los acontecimientos realizados con amor rinden un impacto profundo y no caduco en nuestro ser. He aquí una clave interpretativa. Lo que se ha hecho de corazón (dado, recibido o compartido) tiene un impacto que va preparando la madurez, el impacto gozoso de vida sanadora que nos reincerta en la vida en comunidad orientada hacia Dios.

Lo divino está muy cercano de lo planamente humano y es una maravilla siempre nueva y siempre antigua.

Los dones divinos los recibimos en la medida en que los aprovechamos o necesitamos.

La religión óptimamente llevada propicia liberación; nos libera de fantasmas, de grilletes mentales, de lo que favorezca o mantenga el miedo; en vez de propiciar subsidios, y el miedo a prescindir de ellos, para dejar de tener miedo en lo relativo.

El culto a Dios se da en las actitudes del amor a la vida.

El acento en el tenor de todo juicio es el bien y no el no-mal.

El acento está:
más en la vida que en la no-muerte, 
más en la verdad que en la no-mentira, 
más en la belleza que en la no-deformidad, (formoso = bello)
más en la paz que en la no-guerra, 
más en la misericordia que en la no-injusticia, 
más en el amor que en el no-odio 
(procedamos con amor al pecador y con odio al pecado).
 

La vida se da en un gerundio: 
un presente continuo ante el cual el pasado 
y el futuro están en relación directa con el presente. 
Un instante en el hoy de Dios.

... ?


 

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré 
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti 
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.



SI IMAGINAMOS que las situaciones de dolor, sufrimiento, desaliento, adversidad, egoísmo, tristeza que están en este mundo son contempladas, en un momento, con paciente misericordia por Dios. En otro momento, vemos el acto libre de Dios, amante de la vida, en el que la contemplación deviene en encarnación para renovar, mostrando la caducidad de lo llamado malo, la puesta misericordiosa de lo que hacía falta, la conducción o canalización misericordiosa a buen término de lo que llama a plenitud. 

Y SI DESPUÉS profundizamos en la acción renovadora de Jesús, quien pasó haciendo el bien, incluyendo en la vida de comunidad, sanando a la persona humana, conectando con la fuente de la vida, revelando la cercanía de Dios, la cercanía de su Reino, de la Felicidad, de la Verdad, del Amor, de la Belleza, de la Paz. Haciendo una especial confrontación con nuestro ser con la contemplación del actuar plenamente humano en la pasión y muerte de Jesús.

CULMINANDO con la experiencia de la invitación-fidelidad de Dios, de como quien participa del amor está insertado manifiestamente en la fuente de la vida, dando fruto sobreabundante en la historia, en nuestra historia individual y entonces experimentamos la invitación vital a compartirnos en comunidad, siendo agentes de renovación, agentes de integración prudente en un favorecido encuentro de libertades, agentes de liberación con acento en la no-violencia, respetando y favoreciendo el cauce natural del movimiento de la vida común.

EXPRESANDO con la libertad liberada, con la vista clara, con el oído atento, con el corazón ardiente la expresión de nuestro ser, la coparticipación en la salvación-renovación-restauración de nuestra familia humana y nuestro hogar, en la expresión de nuestro profundo y original amor:

"Toma Señor y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y mi voluntad. Todo mi ser y mi haber. Todo es tuyo, tú me los has dado a ti lo retorno; dispón de todo según tu voluntad. 
Dame tu amor y tu gracia que ellas me bastan."

ENTONCES el recorrido espiritual ha dado y va dando su fruto; 
la fe deviene en posibilidad, la esperanza en motivación, el amor en contenido vital y eterno, 
la reflexión en contemplación, la genuflexión en acción, la acción en arte, el arte en felicidad sintética e incluyente.


Cuando expresamos un NO, afirmamos nuestra libertad;
cuando expresamos un SÍ, afirmamos nuestro amor.
Acaso porque el amor conlleva la liberación de
nuestra libertad
, para actuar no como
siervos bajo la ley, sino como
personas libres bajo
la gracia.

Tú,
que eres:
el Rey de reyes,
el Señor de señores,
la  Vida  de  nuestra  vida,
lo más Íntimo de nuestra intimidad,
lo más Común de nuestra comunidad,
lo más  P r e s e n t e  del presente:
en Tí confío, en tu misericordia
espero y, con tu bastante
 A m o r , todo lo
puedo.


 
   
 
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